Hector Berlioz

Compositor

Hector Berlioz describió su propia vida como una «novela improbable» – y lo cierto es que con sus aventureros altibajos, entre éxitos fulminantes y desastres no menos espectaculares, ofrecía material suficiente para un tratamiento literario. De esto último se encargó sin vacilar el propio compositor, acuciado constantemente por preocupaciones económicas, que trabajó también durante toda su vida como periodista: por medio de sus brillantemente escritas [Mémoires], más comprometidas con la poesía que con la verdad.

Hector Berlioz describió su propia vida como una «novela improbable» – y lo cierto es que con sus aventureros altibajos, entre éxitos fulminantes y desastres no menos espectaculares, ofrecía material suficiente para un tratamiento literario. De esto último se encargó sin vacilar el propio compositor, acuciado constantemente por preocupaciones económicas, que trabajó también durante toda su vida como periodista: por medio de sus brillantemente escritas Mémoires, más comprometidas con la poesía que con la verdad. Berlioz nació en 1803 en La Côte Saint-André, en el linde de los Alpes franceses. Al igual que su padre, estaba llamado a ser médico, por lo que comenzó los estudios correspondientes en la Facultad de Medicina de la Universidad Real de Francia, aunque él se sentía atraído principalmente por la ópera. Pasaba además mucho tiempo en la biblioteca del Conservatorio, donde estudiaba partituras. En 1826 Berlioz abandonó sus estudios de Medicina, que había realizado en cualquier caso sin ningún entusiasmo, para trasladarse a la clase de composición de Jean-François Lesueur. Para entonces ya había conseguido una cierta notoriedad, sobre todo gracias al éxito de la interpretación de su [Messe solennelle]. En 1830 ganó con su cantata [La dernière nuit de Sardanapale], que nos ha llegado sólo en un estado fragmentario, el Prix de Rome, el premio de composición más prestigioso que concedía Francia y que llevaba aparejada una beca para una estancia en Roma. La difícil situación económica de Berlioz experimentó, sin embargo, una mejoría tan solo insignificante gracias a este éxito. Poco antes de su partida a Italia se celebró el concierto decisivo de su carrera hasta ese momento: el estreno, con gran éxito, de la [Symphonie fantastique]. El acontecimiento trajo como consecuencia una serie de prestigiosos encargos de composiciones – y, con obras como [Harold en Italie y Roméo et Juliette], nuevos éxitos. Su ópera literariamente ambiciosa [Benvenuto Cellini] conoció, por el contrario, un espectacular fracaso, aunque Berlioz se refería precisamente a esta obra como su «partitura más querida». El compositor no llegó nunca a ver una representación adecuada de su ópera [Los troyanos], que le mantuvo ocupado durante los últimos años de su vida. Únicamente se llevó a escena en 1863 una versión abreviada, si bien con un gran éxito.

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