Niccolò Paganini

Compositor

Niccolò Paganini fue una superestrella. El violinista y compositor era aclamado con entusiasmo por doquier, y fue emulado por grandes figuras como Franz Liszt, Frédéric Chopin y Robert Schumann. Escribía sus obras prioritariamente para interpretarlas él mismo, no para que fueran publicadas. Sin embargo, su música se difundió por toda Europa por medio de transcripciones, variaciones o arreglos. Los periódicos informaban sobre su vida privada, había vestidos y recetas à la Paganini, y su retrato servía para adornar relojes, platos y polveras. Compuso un total de seis conciertos para violín, unas obras cuyos sensacionales efectos dan fe de sus capacidades técnicas e interpretativas prácticamente ilimitadas.

Niccolò Paganini, nacido en Génova en 1782, actuó en público como niño prodigio a la edad de once años después de haber recibido clases desde muy temprana edad, fomentadas insistentemente por su padre. Aunque desarrolló las sutilezas de su manera de tocar de forma autodidacta, alrededor de 1795 aprendió los fundamentos de la composición musical en Parma con el compositor de ópera Ferdinando Paër, entre otros. Entre 1805 y 1809 Paganini tuvo –la única vez que sucedió en su vida– un trabajo fijo: como concertino, virtuoso de cámara y director de ópera de la orquesta de la República de Lucca. Durante esta época vieron la luz numerosas obras para violín, con acompañamiento tanto de orquesta como de guitarra. A continuación, la carrera del virtuoso adquirió proporciones meteóricas: actuó por toda Italia y fue admitido como miembro de honor en las academias filarmónicas más importantes de su tiempo. En 1820 se publicaron sus 24 Capricci, que hoy en día se consideran el epítome del virtuosismo de comienzos del siglo XIX y que también marcaron el rumbo de cómo habría de ser la enseñanza del violín. En 1828 ofreció clamorosos conciertos en Viena, a los que siguieron giras por Bohemia y Alemania, así como espectaculares apariciones en París. Después de más de ciento cincuenta conciertos en Inglaterra, Escocia e Irlanda, Paganini alcanzó el cenit de su fama. Fue tildado con asombro de «violinista del diablo», lo que vino también inspirado por su propio aspecto físico. En palabras de Heinrich Heine, Paganini parecía «salido del inframundo». Paganini padeció diversas enfermedades, entre ellas tuberculosis laríngea, que lo dejó sin voz en los últimos años de su vida. Paganini murió a los cincuenta y siete años en Niza, y en un primer momento se prohibió realizar un entierro religioso; solo tras una odisea de décadas, sus restos encontraron su último descanso en Parma. Las excepcionales acrobacias interpretativas de Paganini son hoy objeto de interés para la investigación médica. Una teoría sugiere que el violinista podría haber padecido el entonces aún desconocido síndrome de Marfan, una enfermedad hereditaria que provoca una elasticidad extrema de las manos. Sin embargo, los análisis de ADN no han podido certificarlo.

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