Erich Wolfgang Korngold

Compositor

La «anexión» de Austria por parte de la Alemania nacionalsocialista puso un abrupto final a la fulminante carrera de Erich Wolfgang Korngold: el compositor se vio obligado a exiliarse en Hollywood, donde pronto alcanzó un gran éxito como el inventor de la música sinfónica de cine. En la Europa de la posguerra, sin embargo, a Korngold no se le concedió la oportunidad de dar continuidad a sus anteriores triunfos en los teatros de ópera y las salas de concierto. Resignado, regresó a Hollywood, donde murió en 1957. Sus obras cayeron en el olvido y hubo de pasar mucho tiempo antes de que fueran redescubiertas.

Erich Wolfgang Korngold, nacido en Brno en 1897, fue un niño prodigio musical. Por consejo de Gustav Mahler, recibió clases de Alexander Zemlinsky: en una fecha tan temprana como 1910, su ballet-pantomima [El muñeco de nieve], en la orquestación del propio Zemlinsky, se estrenó en la Ópera de la Corte de Viena y acabó convirtiéndose en una de las piezas de repertorio más importantes del teatro. Cuando Korngold tenía diecisiete años, los directores más famosos de la época –Arthur Nikisch, Felix Weingartner, Bruno Walter y Richard Strauss– contaban con composiciones suyas dentro de su repertorio. Su ópera [Die tote Stadt] ([La ciudad muerta]) fue recibida con aclamaciones abrumadoras y, tras su doble estreno en Hamburgo y Colonia el 4 de diciembre de 1920, se representó en los teatros más importantes de Alemania y del extranjero. [Das Wunder der Heliane] ([El milagro de Heliane]) también causó sensación por doquier desde su estreno, aclamado fervorosamente, en 1927, mientras que el estreno de su ópera [Die Kathrin], que estaba programado en la Ópera Estatal de Viena en 1938, se vio abortado por la invasión nacionalsocialista de Austria. Poco después, el compositor recibiría una oferta de la compañía estadounidense de cine y televisión Warner Brothers, lo que se tradujo para Korngold en una cooperación con trabajos de enorme éxito para Hollywood que se prolongó durante doce años. Tras la Segunda Guerra Mundial, Korngold volvió a hacerse un nombre con un Concierto para violín y con una sinfonía para su antigua editorial Schott en Maguncia, que, sin embargo, no encontró que la música fuera lo suficientemente moderna. En ambas obras, de gran atractivo, Korngold se valió de manera audible de sus experiencias como compositor de cine y consiguió con ello que ambos mundos musicales fluyeran entre sí sin obstáculos.

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