Concierto

Guía del programa

La Filarmónica de Berlín tienen amigos por todo el mundo. Con los años se ha forjado una relación especialmente estrecha con los públicos taiwaneses. En esta ocasión interpretaron una parte de su proyecto más importante de la temporada 2015/16, que estuvo dedicado a las sinfonías de Ludwig van Beethoven. Tras el éxito de las interpretaciones del ciclo completo en Berlín, Viena, París y Nueva York, este concierto con la primera y la última sinfonías presenta hasta cierto punto un sustrato enormemente concentrado. Un toque emocional adicional al concierto celebrado en la Sala de Conciertos Nacional de Taipei llegó de la mano de la participación del Coro Nacional de Taiwán en la Oda a la Alegría de Schiller.

El concierto ofrece un viaje apasionante desde la primera obra sinfónica de Beethoven hasta su testamento dentro del género. Significativamente, la Primera Sinfonía se estrenó en 1800, exactamente al comienzo del nuevo siglo y está, también programáticamente, en Do mayor, una tonalidad sin accidentales. Sin embargo, Beethoven sólo logra llegar hasta ella después de una serie de sorpresas armónicas en una introducción lenta que desafía a la convención en todos los sentidos posibles. En la obra del compositor de treinta años ya pueden admirarse el consumado dominio de la orquestación y el arte de construir un complejo sistema motívico a partir de sencillos bloques. Casi un cuarto de siglo después, Beethoven completó su última sinfonía. El último movimiento es un acto revolucionario en la historia del género, no sólo por medio del empleo de las voces, sino también con la reaparición de temas de todos los movimientos anteriores. Y el número nueve habría de convertirse posteriormente en la barrera mágica para sinfonistas posteriores como Bruckner, Dvořák y Mahler.

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